jueves, 30 de julio de 2009

Una práctica recurrente: los títulos de tapa basados en noticias con fuentes anónimas




De izquierda a derecha:
Edi Zunino (Perfil),
Héctor D´Amico (La Nación),
Luis Bruschtein (Página/12),
Julio Blanck (Clarín)
y Diego Schurman (Crítica).

¿Es creíble una información que publica un diario en su portada que tiene como sustento sólo fuentes sin identificar? ¿Qué diferencia hay entre el “off the record” y la “background information”? DsD plantea aquí el debate. Qué dijeron al respecto Javier Darío Restrepo, Daniel Santoro, José Claudio Escribano, Martín Caparrós y Beatriz Sarlo. Los editores de los matutinos afirman que la información proveniente de fuentes anónimas se publica siempre y cuando sea chequeada. Y admiten que a veces es un recurso para hacer “operaciones de prensa”.
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En los últimos años, los diarios argentinos exacerbaron una práctica cuestionable: editar títulos principales de tapa basados en información brindada por fuentes anónimas. Adelantos de medidas oficiales, supuestos “planes” que el Gobierno pondrá en marcha, críticas que se le atribuyen a determinadas organizaciones pero que nadie se hace cargo (el FMI, el “establishment”, el Club de París, el “sector energético”), pistas en resonantes casos policiales; todos esos temas y muchos más son trasladados por los diarios, desde sus espacios centrales de tapa, a los lectores sin que éstos puedan establecer el origen de la información.

Las noticias que llegan a títulos de tapa sustentadas sólo en fuentes anónimas generan algunas dudas. En el mejor de los casos, si el diario no está siendo vehículo de “operaciones” de alguien que no quiere aparecer con nombre y apellido impulsando, o bien información, o bien una visión sobre determinados hechos, que el diario legitima al hacerla pública. En el peor de los casos, es que el diario sea parte interesada en esa “operación”.

La otra duda que generan es sobre la calidad de esos datos. Teniendo en cuenta que son editados con fuentes no identificables, la noticia puede ser desmentida sin mayor dificultad. Lo que deja en “off side” tanto al medio que difundió la información como al periodista que escribió la nota. Ergo, el lector no sabe si debe creer la noticia publicada con fuente “en off” o la desmentida hecha por alguien con nombre y apellido.

Para este trabajo, Diario sobre Diarios (DsD) tomó como ejemplo sólo a los diarios “generalistas” (Clarín, La Nación, Página/12, Crítica y Perfil), dejando de lado a los financieros, no porque éstos no incurran también es esa práctica, sino para acotar la muestra. De los matutinos elegidos, además, se pondrá un ejemplo de título principal sustentado en fuente anónima, ya que es sólo para ilustrar el tema. Pero para cualquier lector que quisiera profundizar sobre esto, DsD tiene en sus relevamientos una base de datos propia sobre todos los títulos principales de los diarios que están basados en un “off the record”.


Algunas aclaraciones

Antes de entrar en los detalles del trabajo, son necesarias algunas aclaraciones. En primer lugar, no se trata de hacer aquí un cuestionamiento a ningún diario en particular ya que es una práctica recurrente en todos los matutinos, como así también en las revistas especializadas en política y economía.

Tampoco se cuestiona el uso de la fuente anónima. En más de una oportunidad, para los periodistas la única forma de acceder a diversos datos es mediante el “off the record”. Y que sea bajo esa modalidad no implica que la información sea inverosímil. El dilema es cuando una nota de estas características, en lugar de ser un acompañamiento de noticias con fuentes identificables, pasa a ser el centro de la información y alcance el título principal de tapa. Es allí donde se da la exacerbación de su uso. El problema no es del periodista que en sus pesquisas rutinarias recurre a la fuente anónima, sino del editor que decide jerarquizar esa noticia.

También está la exacerbación dentro del texto. Hay varios ejemplos de notas en donde la información que sustenta el título está brindada por una fuente no identificada y los informantes que “confirman” la información, también son anónimos. Es decir, la información la brinda una fuente en “off” y el chequeo se hace con otras fuentes también en “off”. Un verdadero engendro informativo.

Los ejemplos

Como se dijo antes, se recurrirá sólo a un ejemplo de cada diario, aclarando que son innumerables los títulos de tapa que se construyen en base a fuentes anónimas. También como ya se mencionó, estos ejemplos no tienen como objetivo cuestionar la labor de los periodistas que firman las notas. A lo sumo reflexionar sobre la jerarquización que definen los editores.

Clarín, el pasado 15 de septiembre, editó como título principal de tapa “Antonini podría venir a declarar al país por la valija” con la bajada “Se lo contó a Clarín una fuente de inteligencia de EE.UU. en Miami”. La nota la firmó la corresponsal del diario en Washington, Ana Barón, quien señaló como origen de la información a “un agente de inteligencia en Miami”.

La Nación editó el 4 de septiembre como título principal “El Club de París le reclama al país una deuda mayor”, con la bajada “Afirmó que es de U$S 7.900 millones, 1.200 millones más de lo que quiere pagar el Gobierno”. La nota la firmó Luisa Corradini, corresponsal del diario en Francia, y cómo origen de la información mencionó a “fuentes oficiales del grupo (el Club de París)” en la portada, y a “fuentes oficiales y privadas en Buenos Aires” en la nota.

Página/12 el 12 de septiembre de 2007 editó como título principal “Las cuentas de Cristina”. En la bajada señaló: “Exclusivo: Adelanto del Presupuesto 2008. Economía ya cuenta con los números para el próximo año. Tiene que presentarlo al Congreso en septiembre. Está pensado para ser el primero de Cristina Kirchner, si gana las elecciones. Mantiene un crecimiento y una inflación moderados y pone el acento en infraestructura y salud”. La nota la firmó Roberto Navarro, quien señaló que “Página/12 tuvo acceso al documento que ya está sobre el escritorio del presidente Néstor Kirchner”, sin identificar la fuente.

El pasado 7 de septiembre, Crítica editó en su tapa “Forza era de la DEA”, en referencia al empresario asesinado Sebastián Forza. En la bajada de tapa afirmó: “Fue reclutado para la agencia por Julio Pose, su guardaespaldas”. La nota la firmó Cristian Alarcón, quien mencionó como una de sus fuentes a “un viejo investigador de la Policía Federal”. Dijo que la información le fue confirmada por “tres fuentes de fuerzas de seguridad y cuatro fuentes de la Justicia Federal”, y más adelante señaló como fuente a “un hombre de uniforme”.

El domingo 14 de agosto Perfil editó como título principal de tapa “Ahora Suiza investiga a la empresa del tren bala por sobornos en la Argentina”. En la bajada, usó el potencial para afirmar que “el juez Ernest Roduner tendría indicios de pagos de coimas”. El periodista que firmó la nota fue Juan Gasparini, desde Ginebra, Suiza, y mencionó como fuente a “denuncias e investigaciones judiciales en curso” que no precisó.

Hablan los periodistas

Para conocer cómo se vive este dilema –si es que existe- dentro de las redacciones, DsD consultó a los siguientes editores de los diarios: Julio Blanck (Editor jefe de Clarín), Héctor D´Amico (Secretario General de redacción de La Nación), Luis Bruschtein (subdirector de Página/12), Diego Schurman (editor de Política de Crítica) y Edi Zunino (Secretario General de redacción del periódico Perfil). A todos ellos se les mandó un cuestionario de dos preguntas referidas a la temática.

Algo para destacar: todos los periodistas consultados accedieron amablemente a participar del debate y muchos de ellos mostraron el interés que les despierta el tema y en particular la discusión al respecto.

Una aclaración: Blanck y Bruschtein englobaron las dos preguntas en una misma respuesta, por lo que su texto se edita sólo debajo de la primera pregunta.

A continuación, entonces, las preguntas de DsD y las respuestas de los editores.

1- ¿Cuáles son los criterios que aplica su diario para que una noticia basada en fuentes anónimas se convierta en el título principal de tapa?

Julio Blanck:

Para responder a estas preguntas primero deberíamos definir a qué llamamos “fuentes anónimas”.

¿Son aquellas que se definen más o menos genéricamente? Por ejemplo, “fuentes del Gobierno”, “fuentes oficiales”, “fuentes del juzgado”, “fuentes de la investigación” ¿O consideramos anónimas a las que diluyen cualquier identificación posible, y por lo tanto la atribución de la información? Por ejemplo “los analistas dicen”, “observadores consultados”, “trascendió que”, “pudo saberse”, u otras por el estilo, hasta el punto de crear artificialmente fuentes testimoniales.

Hay otras categorías posibles, pero se puede sostener la respuesta considerando estos dos grandes grupos.

Existe consenso en la profesión -que trabaja con noticias en concreto, en tiempo real, con compromisos de edición y publicación, con parámetros de competencia y horarios de cierre- acerca de que el uso del primer tipo de fuentes mencionado no es considerada anónima. Yo soy parte de ese consenso mayoritario.

El segundo grupo de fuentes son sólo presuntas fuentes, escondites en los que algunos periodistas, que no son pocos, suelen refugiarse para “bajar línea” propia o dictada, o sencillamente para decir lo que piensan sobre un tema, presuntamente de modo distante, sin jugar la opinión ni la firma.

La identificación con nombre y apellido de la fuente siempre es deseable. Cualquiera que haga periodismo real sabe que nada tiene más fuerza que una noticia emitida por una fuente perfectamente identificada. Pero la experiencia muestra que cuanto más sensible es la información, de cualquier carácter que sea, más reacias son las fuentes a aceptar ser identificadas.

Ellas se escudan en el “off the record”. Y nosotros proponemos y aceptamos a la vez esa regla, porque es el camino que nos acerca a la noticia en los tiempos que nuestras ediciones exigen. ¿Qué se pone en juego con la publicación del “off the record”? La credibilidad del medio y la del periodista.

Tenemos un riesgo, que desde el punto de vista profesional es una ventaja: la credibilidad se construye muy pausadamente, cada día un ladrillo. Y esa pared laboriosamente levantada puede caerse en un minuto si el compromiso de verosimilitud del medio/periodista con el público resulta traicionado o defraudado.

En esos términos, digo que Clarín no utiliza fuentes anónimas. Por el contrario, las identifica fehacientemente cuando es posible hacerlo, y cuando no es posible aproxima todo lo razonable esa identificación.

Además, nos preocupamos por consignar la atribución de fuentes, en los elementos de edición y primera lectura cuando es posible, y siempre en los textos.

Las omisiones que pueden producirse, y se producen, y debemos corregirlas, son atribuibles a errores en la manufactura del texto y la edición, nunca a la falta de fuentes confiables en las que basar nuestra información.

La prueba decisiva, siempre, es la posibilidad de comprobar cuánto de lo publicado se corresponde, antes o después (se recomienda el antes, en aras de la calidad de vida de cronistas, redactores y editores), con la realidad. Aún entendiendo que lo que llamamos “realidad” suele ser el conjunto de informaciones transformadas en noticias, a sabiendas que el universo es bastante más amplio que esto.


Héctor D´Amico:

Primero una aclaración útil: ningún editor de diario recurre a una fuente anónima para sostener una noticia si puede evitarlo. Es así de simple. Las fuentes anónimas, de manera casi inevitable, son fuente de suspicacias, algo que quienes están al frente de los medios saben muy bien. Otra aclaración necesaria, entiendo, es recordar que existen reglas bastante claras para decidir la utilización –o no- de una fuente anónima.

El Manual de Estilo y Ética Periodística de La Nación (cito el ejemplo que tengo más a mano, pero hay muchos otros), explica, de manera bien sencilla, que siempre que sea posible se debe identificar en una crónica la fuente o las fuentes de la información para hacérselas conocer al lector. Pero si aceptamos resguardar la identidad de la fuente, esta nunca puede ser revelada fuera de la redacción.

Otra de las reglas es que el periodista trate de confirmar la información consultando a otras fuentes.

Salvo en situaciones muy especiales, como el caso de testigos en peligro o de menores cuya identidad está legalmente resguardada, no se deben utilizar seudónimos para proteger una fuente.

La decisión para que una noticia originada en fuentes anónimas ocupe un lugar en la tapa o en las páginas interiores del diario está basada, en última instancia, en la confiabilidad que el periodista, el editor y, llegado el caso, las máximas autoridades de la Redacción tengan en la noticia y en la fuente que la proporciona. Dicho esto, conviene aclarar que numerosas informaciones originadas en fuentes anónimas y confiables finalmente no son publicadas por el diario.


Luis Bruschtein:

Este fue uno de los temas que discutimos cuando empezamos el diario porque nos parecía que el abuso de las fuentes anónimas y todos los eufemismos que se podían utilizar para encubrir el origen de una información se había convertido en un vicio profesional. Lo seguimos respetando cuando se trata de una denuncia sobre corrupción o alguna investigación periodística que alude a faltas éticas o delictivas.

Pero a medida que la democracia fue acumulando años, al mismo tiempo se fueron generando formas de comunicación nuevas, sobre todo en el plano de lo político y público. Los funcionarios y los políticos han ido institucionalizando las charlas en off y todas sus variantes al punto que es fácilmente identificable la fuente cuando se utiliza una alta fuente del gobierno o del riñón de tal corriente o partido. Institucionalizarla quiere decir que en la práctica se trató la mayoría de las veces de información cierta y verificable. Por lo general, los funcionarios clave, los cuadros legislativos y dirigentes partidarios se reúnen periódicamente con los periodistas en una práctica que se ha vuelto más común que la conferencia de prensa que, por supuesto, es un mecanismo más democrático.

Pero debemos reconocer la responsabilidad que nos cabe a los periodistas en la instalación de esta práctica por la competencia por la información exclusiva. Con este sistema de las charlas en off, quedan en situación más desfavorable los medios pequeños, porque este mecanismo permite a los medios más grandes condicionar la circulación de la información (la publico si no se la das a nadie más).

El otro aspecto delicado de este funcionamiento son las operaciones políticas. Por ejemplo: Más de una vez una alta fuente del gobierno nos anunció que tal o cual funcionario seria desplazado en forma inminente. La información no era cierta. Lo que sí había era una lucha de poder muy fuerte entre este funcionario y el que se anunciaba como desplazado. Si hubiéramos publicado esta información, sólo nos hubiéramos sumado a una campaña en el marco de una disputa de poder. Y hubo otras situaciones parecidas en las que preferimos no publicar o simplemente dar cuenta de esa lucha de poder.

En resumen, podemos usar esa fórmula sobre las fuentes, en informaciones de tapa, sobre todo cuando son adelantos de medidas o acciones políticas, pero siempre buscamos otros mecanismos de confirmacion diversificados que nos permitan evaluar la verosimilitud de la información en cuestión.


Diego Schurman:

Para que la información se incorpore a una nota debe estar chequeada con al menos tres fuentes. En muchos casos esta norma tampoco garantiza el 100 por ciento de rigurosidad de la información. Por eso, a diferencia de otros medios, Crítica de la Argentina ofrece por primera vez en el país la posibilidad de ejercer el derecho a réplica que, aunque reconocido por la Corte Suprema de Justicia, aún no ha sido reglamentado.


Edi Zunino:

Básicamente, cuando la fuente es considerada irrefutable; o cuando, aun siendo verosímil, requiere que el dato sea chequeado con otras dos fuentes preferentemente inconexas con la fuente original. No es, de todos modos, el recurso más frecuente para los títulos de tapa. La última vez que eso ocurrió en Perfil, fue cuando se anunció: Alberto Fernández se va del Gobierno, agregando que lo haría tras el debate de las retenciones agropecuarias en el Senado y antes de fin de mes, tal cual ocurrió. La fuente original era irrefutable, y si bien nadie confirmó el dato concreto, si hubo más fuentes que narraron circunstancias coincidentes con los tiempos y las formas de la información original.


2- Existe cierto consenso académico que señala que no revelar la identidad de la fuente debería ser la excepción para cuando “está en juego la democracia” o “la vida o el trabajo de una persona”. ¿Por qué cree usted que el periodismo argentino la utiliza para temas o hechos mucho menores que esos?


Héctor D´Amico:

La expresión “periodismo argentino” me resulta un tanto imprecisa, como hablar de la moral de los argentinos. Basta con verificar las diferencias notables que existen en el tratamiento que le dan a la misma noticia, los diferentes canales abiertos de televisión, radios, periódicos gratuitos, blogs, cable, revistas y los diarios. Quizás sea aconsejable analizar a cada medio en forma individual y no a la profesión como un todo. En el caso de La Nación no alentamos o desalentamos la utilización de las fuentes anónimas según la noticia. Las normas para el uso de fuentes anónimas rigen para todo el diario. Por supuesto, cuando se trata de casos como los sobornos en el Senado, Skanska, la financiación de las campañas políticas o la valija de Antonini Wilson, el esfuerzo por verificar y cotejar cada dato con la mayor cantidad de protagonistas o testigos de la historia es más intensa, rigurosa. Cuando el diario destaca un tema en la portada no sólo informa al lector, también avala la noticia.


Diego Schurman:

El consenso académico no es el consenso empresario. La búsqueda de la calidad se enfrenta, en un mercado multimediático cada vez más competitivo, con la necesidad de difundir primicias. Una de las razones del abuso de los off the record obedece, entonces, a la presión de los medios sobre los periodistas. Otra, a la necesidad de aquellos de hacer prevalecer sus propios intereses simulados en un artículo periodístico. Pero el análisis no puede ser lineal. En muchos casos se trata de un pésimo hábito de la profesión, sobre la cual tenemos la responsabilidad de poner coto para evitar complicidades en operaciones políticas.


Edi Zunino:

También hay, hoy en día, cierto consenso académico en que los medios representan a una ueva derecha supuestamente interesada en el desgaste de la gestión Kirchner. Los cientos de firmas de intelectuales, en gran medida universitarios, que respaldan el movimiento denominado Carta Abierta así lo indicarían. Y eso no quiere decir que dicho consenso se base en datos indiscutibles. Es la ley argentina la que permite a los periodistas el resguardo de sus fuentes informativas.

Desde luego que la protección de la seguridad física o el resguardo de la fuente de trabajo de una fuente son las razones más dramáticas para que el periodista o el medio opten por mantener ese anonimato, siempre pedido por las fuentes y secundario a la hora de evaluar si determinada información encierra una noticia de interés general. Pero no son las únicas razones. La tranquilidad de esa persona o su deseo de evitar la exposición pública pueden ser otros motivos atendibles por parte del intermediario, a quien, vale insistir, siempre se le impone o por lo menos solicita el off the record como condición para brindar aquella información. Lo correcto en todos los casos sería poner al tanto al lector sobre cuáles son los motivos para mantener anónimo al emisor de la noticia, e incluso si el motivo es su propia hipocresía.

No creo que haya off patrióticos y off frívolos, para exagerar los términos a fin de ser explicativos. Lo que hay son noticias más relevantes que otras. Es posible, claro, que cierta simpatía o amistad con las fuentes por parte de ciertos periodistas termine convirtiendo en normal y habitual lo que debería ser excepcional. También es posible que ciertos periodistas especulen con que poner alguna cosa en boca de quien se las dijo impida que esas mismas fuentes vuelvan a atenderlos, o a subirlos al Tango 01 o a invitarlos al próximo cóctel. En eso pueden pesar la impericia, la falta de autoestima o la deslealtad hacia los lectores. Ahora bien, si en el marco de un off the record una fuente confiesa su participación en determinado hecho ilícito, mi postura es que eso no es un off, ya que la misma preservación de la fuente evitaría que la noticia se conozca. Es decir, ¿quién robó o quién mató o quién coimeó?

Aún así, resultaría temerario no tomar ciertos resguardos periodísticos antes de publicar la noticia. Porque todo podría quedar limitado a una polémica entre la palabra del emisor y la del periodista, quien, además, deberá exponerse a explicar ante un juez que no tuvo mala intención a la hora de publicar. El uso posterior de cámaras ocultas, por ejemplo, podría estar bien justificado en casos así.


Otras miradas

El maestro de la Fundación para un Nuevo Periodismo Iberoamericano (FNPI), el colombiano Javier Darío Restrepo, afirma en su libro “El zumbido del moscardón” (FCE, 2004): “Guardar el secreto profesional eleva el prestigio moral del periodista. Pero esa opinión pierde fuerza cuando escuchamos los casos de abusos de reporteros que, escudados en su secreto profesional, disimulan la inexistencia de fuentes o utilizan informaciones de fuentes sospechosas o nada fiables. El criterio que se ofrece para dar una dimensión justa al tema, es que la reserva de la fuente debe ser una práctica de excepción y no una norma general. Sólo en los casos que implican una información de relevancia social o ponen en peligro su vida o su trabajo, se justifica el pacto de reserva. Lo normal es que el lector sepa quién es la fuente y por qué fue consultada”.

El Código de Ética del Foro del Periodismo Argentino (Fopea) establece en su artículo 7 que “los métodos para obtener información merecen ser conocidos por el público” y en el 8 que “en casos de necesidad, cuando no exista otra forma de obtener una información, el periodista puede acordar con la fuente que no será identificada, es decir, que su testimonio estará bajo un convenio de ‘off the record’. Las condiciones del diálogo establecidas al comienzo de la conversación serán estrictamente respetadas por el periodista, sin que la catadura moral del entrevistado justifique el incumplimiento de lo pactado. En el caso de que se conviniera con la fuente, el concepto del ‘off the record’ debe ser tomado en la forma más extensiva, que impide no sólo identificar al informante sino también publicar el contenido de la información suministrada”.

El periodista de Clarín, Daniel Santoro, en su libro “Técnicas de Investigación”, editado por la Fundación para un Nuevo Periodismo Iberoamericano, en septiembre de 2004, dice sobre el “off the record”: “La obligación última del periodista es con los lectores. Por eso tenemos que ofrecer la mayor cantidad de pistas para que ellos puedan inferir de qué sector provino lo que publicamos, y citar siempre una fuente, excepto que hacerlo ponga en peligro la estabilidad de su trabajo o la vida del informante”.

Agrega Santoro: “Nunca hay que romper los acuerdos off the record, salvo excepciones: si está en juego la democracia o la vida de una persona; o si la fuente deliberadamente nos dio información errónea para usarnos en alguna maniobra. En ese caso, enfrentamos el deber de aclararle al lector que la información era falsa y desenmascarar a quien nos usó”.

En esta Zona Dura de julio de 2005 se puede leer el debate que se dio en los Estados Unidos sobre el “privilegio” de los periodistas de manejar fuentes anónimas.

El pasado 5 de septiembre, Martín Caparrós firmó en Crítica una nota titulada “Códigos” en donde –con su habitual sarcasmo- señaló: “Los periodistas tenemos códigos: el off the record, ese invento nefasto, en el que garantizamos impunidad al que nos habla pero no quiere hacerse cargo de lo que dice, es una muestra. O sea: decimos que decimos la verdad, pero para que nos digan la verdad tenemos que garantizar a quien nos la dice que no vamos a decirla –no toda, por lo menos”.

En tanto, en una nota publicada en noviembre de 2004 en la desaparecida revista Poder, la ensayista Beatriz Sarlo consideró que “el secreto de la fuente es un ‘caso límite’ del ejercicio del periodismo ya que, habitualmente, la noticia no supone ni impone ese secreto”. Agregó que es un ‘caso límite’ “porque en relación con una fuente secreta, el periodista y sus lectores ocupan niveles diferentes: el periodista sabe más de lo que puede decir, los lectores saben menos de lo que el periodista sabe”. Dijo que “esta situación desigual, que es aceptable sólo para noticias que la exigen por su importancia (los sobornos en el Senado y no los repetidos dimes y diretes del peronismo bonaerense) tendría que alertar sobre las complejas operaciones de creencia implicadas en el hecho de comunicar una noticias cuya fuente deba permanecer secreta”.

El 13 de noviembre de 2004, el entonces subdirector de La Nación, José Claudio Escribano, publicó una nota titulada “El peligroso deporte de inducir al error a la prensa”. Allí señaló: “Lo que en la Argentina se entiende por off the record es, en realidad, background information, por el cual un periodista queda habilitado por su informante para publicar un cierto contenido con el compromiso de no atribuirlo a nadie en particular. El off the record genuino es, en cambio, expresión de un consenso entre informante y periodista por el que se pone a éste al tanto de algo, pero con la salvedad de que no sólo quedará inhabilitado para atribuirlo a alguien en particular sino que, además, deberá abstenerse de propalar lo que de esa forma haya sabido. Un ejemplo clásico sería el de los periodistas notificados con anticipación de la voluntad militar de invadir las Malvinas y se abstuvieron de hacerla pública fundados en razones de seguridad nacional y en el hecho de que quedaría expuesta la vida de soldados argentinos”.

En tanto, en una Zona Dura publicada en noviembre de 2005 , DsD ya advertía lo siguiente:

“En el periodismo argentino, según diversos autores, hay una crisis del ‘off the record’. De hecho, existen distintas interpretaciones de lo que implica. Para algunos es información que se puede publicar, aunque sin mencionar la fuente y esta es la acepción más extendida. Para otros, constituyen datos que sólo sirven para orientar al periodista, pero que no se pueden publicar bajo ningún concepto.

Desde hace un tiempo hasta hoy, en la Argentina, parecería haber emergido una nueva figura: la ‘fuente privilegiada’, que supone que la información que se brinda no hace falta chequearla debido a la jerarquía de la fuente. Es decir, si el Presidente o una alta autoridad del Gobierno, le transmite algo a un periodista, no hace falta chequearlo porque se supone que desde tan altas esferas no se pueden transmitir mentiras u operaciones. Otra particularidad que tiene la ‘fuente privilegiada’ es que la información que brinda es pasible de ser desmentida por la propia fuente, dejando incluso al periodista o al medio desguarnecido.

Hay un caso internacional paradigmático de esta figura: cuando el diario español El País tituló –en base a una fuente anónima- que los atentados en la estación Atocha fueron obra del grupo separatista vasco ETA. Luego de que se supo que era falso, el director del diario, Juan Luis Cebrián, dijo que el propio presidente José María Aznar fue quien le había transmitido la información.

En nuestro país hubo innumerables títulos de diarios editados con esa lógica y sobre hechos de mucha menor relevancia que los atentados de Atocha. Quizá el paradigmático sea el anuncio de inversiones chinas en la Argentina por 20.000 millones de dólares, que los diarios publicaron porque la información la transmitieron ‘altas fuentes del Gobierno’. Cuando el hecho al final no sucedió, el propio Kirchner acusó a la prensa de haber publicado ‘una novela’. El día en que esas ‘altas fuentes’ anunciaron a los diarios las ‘inversiones chinas’, ningún medio tomó el mínimo recaudo y lo publicaron dándolo por cierto porque se trataba de una ‘fuente privilegiada’”.

El 6 de julio de 2005, el editor general de Clarín, Ricardo Kirschbaum disertó en el marco de un seminario por los 60 años del matutino. Allí señaló que “los periodistas somos vehículos de operaciones políticas permanentes porque también las permitimos”. Explicó que en la Argentina las fuentes, cuando hablan con los profesionales, lo hacen con “el amigo”, en vez de hacerlo con el periodista.

El tema de la fuente anónima fue tratado también en el congreso de Fopea del 2006. Allí también disertó Kirschbaum y afirmó que “no se puede hacer periodismo político ni periodismo de investigación sin fuentes anónimas. Soy conciente que la fuente anónima puede ser una trampa, pero a veces es la única forma de acceder a determinada información. Yo tengo una cartera de fuentes anónimas y todos los periodistas del diario también. Una vez que confirmamos que la información es cierta, la publicamos”. Aunque concedió que “hay ciertos periodistas que son adictos a las fuentes anónimas para realizar una acción de propaganda que beneficie a algún sector político o económico”.

A modo de conclusión

Como se puede observar en las respuestas de los editores, hay diversas interpretaciones tanto en lo que se refiere a una “fuente anónima” o un “off the record” como en las condiciones para su utilización. También los periodistas hicieron mención a la posibilidad de que a través de una nota basada en un “off the record” exista la posibilidad de que el matutino sea víctima de una “operación de prensa”. Ninguno consideró la posibilidad de que el medio sea parte interesada en esa “operación”.

El tema está planteado, el debate está abierto y seguramente no terminará aquí. Alguna vez tendrán que ser las audiencias las que opinen en forma pública y clara sobre la credibilidad que le asignan, en primer lugar a los medios, y en segundo, a la información que esos medios publican en base a datos aportados por alguien que no quiere dar la cara y que el medio, al hacerlo público, lo legitima.

¿Se lo preguntarán los diarios a sus lectores?

Zona Dura, Diario sobre Diarios

lunes, 27 de julio de 2009

Los "piratas" pagarán por copiar noticias


Los medios están luchando contra la piratería. La prensa ha puesto sus esperanzas en las plataformas digitales como medio de afrontar la llamada crisis del papel. Pero hacer negocio en Internet no es sencillo. Si rentabilizar la información que los medios difunden en sus web es ya uno de los principales problemas para hacer que funcione, evitar que otros hagan dinero con los contenidos propios es fundamental.
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Puede que la fórmula no sea evitarlo, sino compartir las ganancias. Una empresa californiana, Attributor -cuyas herramientas ya utilizan algunos de los medios más reconocidos-, quiere hacer que sus clientes se lleven una parte de los beneficios que obtengan otras páginas por publicar sus noticias, según ha publicado The New York Times (NYT). El diario estadounidense es uno de los usuarios de Attributor -también Financial Times, Frankfurter Allgemeine o las agencias Associated Press y REUTERS-, cuyos programas permiten realizar búsquedas en la red para detectar aquellos sitios que copian los artículos publicados en los medios digitales.

Jim Pitkow, jefe ejecutivo de Attributor, quiere ir más allá. Quiere hacer que los piratas paguen, literalmente, por utilizar contenidos de otros para ganar dinero. El mecanismo del proyecto -aún es sólo eso- parece sencillo: el programa registra Internet y detecta las webs, blogs, etc., que publican noticias robadas, después la aplicación desvía parte del dinero que la página ingresa por publicidad a los titulares de los derechos de autor, es decir, a los medios de donde salieron.

La idea, no obstante, aún tiene que conseguir el visto bueno de los dos grandes gestores de publicidad en Internet, Google y Yahoo, a quienes no parece hacerles mucha gracia proponer a sus anunciantes un modelo de ingresos compartidos. "Aún estamos en pruebas", ha dicho Pitkows a NYT, "vamos a demostrarles (a las redes de publicidad) que la piratería es un asunto importante y aquí está la escala".

Según datos de Attributor, un artículo aparece, de media, en 11 sitios no autorizados a reproducirlo. La muestra del estudio, elaborado en enero, incluía 250.000 noticias de 25 publicaciones distintas. La empresa ha calculado unas pérdidas anuales de 250 millones de dólares (175,5 millones de euros), si se tiene en cuenta que cada artículo tiene cinco veces más lectores fuera de los sitios de los medios originales.

La idea no ha esquivado el debate. Lincoln Millstein, vicepresidente para medios digitales de Hearst -editora de Esquire y Cosmopolitan- no considera que la compañía tenga importantes pérdidas debido a la piratería: "No creo que sea un gran problema", confesó a NYT. Para el presidente de REUTERS, en cambio, "(el plan) parece ser una forma de poner orden en el caos".

Portavoces de Yahoo y Google han comentado que no han tenido la oportunidad de revisar la propuesta de Attributor en profundidad. En cualquier caso, ambos coinciden en que su política de retirar los anuncios de páginas que colgaban material con copyright sin tener autorización ya es suficiente para apoyar a los medios.

Pitkow confía en que las dos redes den, finalmente, luz verde al proyecto. Si la persuasión no funciona, tanto la empresa como las publicaciones cuentan con una amenaza: exigirán la retirada de todos los anuncios que estén colocados en páginas piratas, y eso requiere tiempo y dinero.

El País, Madrid

Las incertidumbres de la prensa escrita


Por Milagros Pérez Oliva (El País, Madrid)

El periódico de papel no está muerto, puede incluso tener aún larga vida, pero el futuro es sin duda digital. Éste podría ser el resumen de una serie de debates a los que he asistido en las dos últimas semanas en la Universidad Internacional Menéndez Pelayo de Santander, la Universidad de León y el Colegio de Periodistas de Catalunya. En todos ellos se debatía la crisis de la prensa escrita y las inquietantes incógnitas que se ciernen sobre el futuro del periodismo, una cuestión que preocupa en las redacciones.
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Como la de muchos otros diarios, la de EL PAÍS se encuentra en estos momentos inmersa en un cambio estratégico, de adaptación a las enormes posibilidades que ofrecen las nuevas tecnologías, que considero importante que ustedes conozcan. Son cambios organizativos y tecnológicos que abren grandes oportunidades, pero también ciertos riesgos. El más importante de estos cambios es la integración de las dos redacciones, la del diario impreso y la del digital, que durante años no sólo han funcionado por separado, sino que incluso han pertenecido a empresas diferentes dentro del Grupo PRISA. Entre los tecnológicos destaca la búsqueda de nuevas vías de distribución, como el reciente acuerdo alcanzado con la librería electrónica Amazon.com para poder descargar (de momento, sólo en Estados Unidos) el contenido del diario impreso en el lector electrónico Kindle.

Lo que confiere gravedad e incertidumbre a la actual situación de la prensa escrita es la coincidencia de al menos tres crisis que operan de forma simultánea: la crisis económica general, que ha llevado a una caída sin precedentes de los ingresos por publicidad; una crisis de modelo industrial y tecnológico, que obliga a replantear no sólo los formatos del periódico, sino la organización del trabajo periodístico, y una crisis de credibilidad que afecta al periodismo en general y que en los últimos años ha dado lugar a intensos debates como el propiciado en torno al Project for Excellence in Journalism, cuya web les invito a visitar.

El American Press Institute reunió en noviembre pasado a 50 editores de los diarios más importantes de EE UU. Su diagnóstico no podía ser más inquietante: la caída de las ventas y de los ingresos por publicidad, la ruptura que representan Internet y las nuevas tecnologías, y la competencia de nuevos actores, como los agregadores de noticias (Google News y otros), están llevando a la prensa escrita "al borde del precipicio". La evolución de 2009 no ha hecho sino agravar la crisis y muchos grupos de prensa han entrado en pérdidas, aunque la vuelta a los beneficios en el último trimestre del grupo editor de The New York Times hace albergar esperanzas de brotes verdes también en la prensa.

Sin embargo, aunque la crisis económica amainara a corto plazo, la del modelo industrial, vinculada al desafío de los cambios tecnológicos, está lejos de resolverse. La extensión de la cultura de la gratuidad en Internet y los cambios en la forma de percibir y acceder a la información por parte de las nuevas generaciones están conduciendo a una progresiva disminución de las ventas en quiosco, la otra gran fuente de ingresos de la prensa escrita, en todos los países industrializados. La migración de lectores hacia el formato digital no está siendo acompañada por la correspondiente migración de la publicidad. De hecho, las ediciones digitales no serían rentables si tuvieran que producir por sí mismas los contenidos que ahora les proporciona la edición impresa. De manera que en la práctica, el lector que va cada día al quiosco a comprar el diario está subvencionando a los lectores que acceden al diario digital de forma gratuita. ¿Cuánto tiempo continuarán pagando, teniendo en cuenta además que la versión digital, a la que se puede acceder sin coste alguno, es ya más completa y extensa que la impresa?

La combinación de estas crisis está dando lugar a no pocas paradojas. La primera es que, en una sociedad acelerada y permanentemente preocupada por anticipar el futuro, como señala Daniel Innerarity en su libro El futuro y sus enemigos, disponer de información fiable y de calidad es más importante que nunca. Y de hecho circula una gran cantidad de información. Pero mientras la necesidad de información crece, disminuye el número de ciudadanos dispuestos a pagar por ella. Gracias a Internet, los diarios tienen ahora una audiencia más amplia y extendida que nunca, pero grandes dificultades para rentabilizar su trabajo periodístico. De hecho, en estos momentos lo rentabilizan más las empresas tecnológicas que facilitan los nuevos soportes y accesos que las que producen los contenidos. Lo cual no parece sostenible.

Los editores se plantean un cambio de estrategia y sus foros hierven con múltiples y diferentes propuestas. En mayo pasado se dio a conocer, por ejemplo, el Newspaper Economic Action Plan, promovido por el American Press Institute, que plantea distintas estrategias para afrontar las transformaciones y rentabilizar los contenidos online. Algunos importantes diarios se plantean implantar de nuevo un sistema de suscripciones para poder acceder a los contenidos online, mientras otros exploran aplicar algún sistema de micropago.

Pese a las incertidumbres, todos tienen claro que el futuro está en el máximo desarrollo de la edición digital. También EL PAÍS, pues ésta es la que le permite ampliar su audiencia en todo el mundo como nunca hubieran soñado sus fundadores. Los periódicos más innovadores han iniciado ya la transición hacia un nuevo modelo de producción que ha de convertirles en proveedores de contenidos en múltiples soportes (papel, ordenador, teléfono, libro electrónico, televisión, etcétera) y múltiples formas (impresa, en audio, en vídeo). Periódicos como The New York Times, The Guardian o The Washington Post están avanzando en el proceso de integración de sus redacciones por diferentes vías, pero es The Daily Telegraph el que parece haber llegado más lejos en la configuración de una redacción multimedia preparada para ofrecer contenidos en todos los soportes.

También EL PAÍS ha iniciado el camino de la integración. Lydia Aguirre, directora de El País.com, explica el objetivo: "Nos estamos transformando para adaptarnos a la demanda de la sociedad. El reto es que los lectores puedan recibir los contenidos que producimos donde quieran y de la forma que quieran; que puedan recibir las noticias en diferentes soportes según sus necesidades en función del lugar en el que estén y la vía que les resulte más cómoda".

El modelo de redacción multimedia exige cambios importantes. El diario impreso dispone de cierto tiempo para verificar y contrastar las informaciones. El periódico digital incorpora la inmediatez de la radio y la mentalidad de la agencia de noticias. A diferencia del papel, en el soporte digital cabe todo lo que se quiera introducir. Dar la noticia lo más pronto posible se convierte en un imperativo categórico, lo cual puede afectar a la calidad de la información si no se establecen mecanismos de control de calidad ágiles, pero también muy severos para contrarrestar el factor de inseguridad que la prisa representa en periodismo.

Diferentes expertos con los que he coincidido estos días consideran que eso requerirá no sólo reforzar los equipos humanos de las nuevas redacciones, sino situar en los puestos clave de decisión a profesionales de gran veteranía y amplios conocimientos. De modo que los periódicos que, a causa de la crisis económica, se han decantado por prescindir de sus profesionales más veteranos para reducir costes, tal vez los echen de menos muy pronto.

El futuro del periodismo exige cambios, y los lectores tienen mucho que decir al respecto; por eso he querido hacerles partícipes, con esta breve pincelada, del debate en el que están sumidas las redacciones. Les invito a participar. A partir de septiembre, la Defensora dispondrá de un nuevo espacio en la edición digital con el que me propongo intensificar el diálogo entre la redacción y los lectores. Gracias por la ayuda que me han prestado hasta ahora y que disfruten de sus vacaciones.

sábado, 25 de julio de 2009

The New York Times evalúa cobrar por su contenido en línea



Por Russell Adams (The Wall Street Journal)

New York Times Co. anunció ayer una sorpresiva ganancia gracias a fuertes reducciones de costos y un beneficio fiscal extraordinario. Por su parte, la presidenta ejecutiva, Janet Robinson, dijo que planea recortes adicionales y que insistirá más en la venta de activos para tratar de restablecer la salud de la empresa.

Robinson también trabaja en el próximo paso crítico: tratar de convencer a los anunciantes de que el periódico se está adelantando a los cambios tecnológicos que están perjudicando al negocio.
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En una entrevista esta semana, Robinson dijo que en los últimos meses había recibido a muchos grupos de ejecutivos publicitarios en la sede del diario en el centro de Manhattan. Allí, les ofreció una visión del futuro de Internet del periódico.

En una mañana reciente, Michael Zimbalist, subdirector de investigación y desarrollo de Times Co., hizo las veces de guía en un tour por el piso 28 del edificio del periódico. El tour se centra en lo que Zimbalist llama el "apartamento del futuro", una pequeña habitación con un sofá, una televisión de pantalla plana grande y cuatro pequeñas pantallas en otra pared.

La distribución intenta recrear cómo un lector podrá recibir contenido del New York Times enviado con la ayuda de varias tecnologías, incluyendo fuentes de formato RSS y Twitter. En una demostración, un trabajador recibe un mensaje de Twitter por parte de un amigo que le recomienda un video del columnista de cocina del diario. Zimbalist elije la recomendación en una pantalla y la arrastra a su TV de pantalla plana, la cual reproduce el video. Una receta relacionada al video aparece luego en el iPhone de Zimbalist acompañada de un aviso para un supermercado.

Zimbalist dice que pasará al menos un año para que los lectores puedan repetir esa experiencia. Aun así, los ejecutivos del diario dicen que los tours los han ayudado a retener anunciantes.

Robinson también estudia planes para empezar a cobrar a los lectores por acceso al contenido en línea de Times Co. La ejecutiva dijo ayer que la empresa está tratando de determinar cuántos de sus lectores estarían dispuestos a pagar y cuánto.

Las ganancias de Times Co. del segundo trimestre indican los desafíos que enfrenta Robinson mientras trata de rediseñar la compañía de un periódico de 160 años a medida que Internet y la economía modifican la estructura de la industria publicitaria.

Las utilidades de US$39,1 millones representan un salto de 85% frente al mismo lapso de 2008 e incluyen un beneficio fiscal de US$37,7 millones.

La venta de publicidad cayó más de 30% en el trimestre, aunque Times Co. registró mejoras en los ingresos generales en todos los meses del período. Aun así, ejecutivos de la compañía dijeron que hay algunas señales de recuperación inmediata.

Lo que ocurra el año entrante seguramente defina la carrera de Robinson, quien lleva cuatro años y medio en la presidencia ejecutiva. Desde 2005, los ingresos de la empresa han caído 6% y las acciones de Times Co. han perdido casi 85% de su valor. La empresa ha pasado apuros para reducir su personal y vender activos.

"Nos estamos situando en tal posición que nos beneficiaremos de una mejora en la publicidad", dijo Robinson, de 59 años. "Hemos hecho mucho para armar una estructura para una recuperación exitosa".

jueves, 23 de julio de 2009

Reporte Indigo y el futuro de las revistas digitales

d-blog, diario de un director de arte

¿Qué posibilidades se abren para una buena revista digital? Creo que en México se ensaya una de las respuestas más interesantes: Reporte Indigo. La revista está compuesta por una serie de informes multimedia que incluyen textos, videos, fotos e infografías interactivas, en un paquete muy bien presentado —se nota la mano experta de diseñadores detrás de cada informe— que puede navegarse a partir de una intuitiva organización.

El concepto original detrás de Indigo Media (y de Vive Brainmedia, su revista hermana) fue desarrollado hace algunos años por Danilo Black. “Indigo en México tienen una base de 200.000 suscriptores; un total de 370.000 lectores por semana y más de 1 millón de usuario únicos que lo han leído en los últimos tres meses“ me cuenta Eduardo Danilo, quien a fines de septiembre estará en Buenos Aires participando de una mesa sobre el futuro de los diarios en de la conferencia anual de la SND.

El mismo concepto editorial, desarrollado originalmente por la misma gente, se encuentra detrás deFlypMedia, una revista digital cuyas virtudes pueden verse en este informe sobre el ecléctico sello discográfico Nonesuch. Por otro lado, Flypmedia esta desarrollando informes para CNN: miren en este especial sobre el Kindle de Amazon el modo de presentar una entrevista en video a Jeff Bezos, su fundador, ofreciendo las principales preguntas con links directos a la respuesta.

Interactividad, material multimedia e infografías animadas: ese parece ser el futuro de las revistas digitales.

Contenido oculto

martes, 21 de julio de 2009

La inevitable renovación de los periódicos


Por Anda Carbajosa (El País, Madrid)

Leer estos días las noticias sobre la marcha de los periódicos en Estados Unidos se ha convertido en un ejercicio casi morboso; en lo más parecido a hojear las páginas de esquelas: cierres de diarios, despidos en masa de periodistas y desplomes de las acciones de las empresas en la Bolsa. Las últimas semanas han sido especialmente sangrientas con el anuncio de la supresión de 80 puestos de trabajo en el Chicago Tribune, 250 en Los Angeles Times y 130 en el Milwakee Journal Sentinel, al que de poco le ha servido el Pulitzer que ha ganado este mismo año.
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Ese reguero de cadáveres periodísticos empieza a sentirse también en Europa, donde a la fuga de la publicidad a Internet se le suma una crisis económica que espanta a los anunciantes. En Reino Unido, el reciente anuncio de Trinity Mirror -al frente de más de 150 cabeceras incluido el Daily Mirror- de que prescindirá de 65 puestos en la redacción "es un reflejo de lo que ha sucedido y seguirá sucediendo a los periódicos en EE UU", decía esta semana Roy Greenslade en su blog de The Guardian. También en Reino Unido, meca del periodismo europeo, el precio de las acciones de las empresas ha caído a la mitad desde hace un año. Y en España, los diarios perdieron un 30% de su facturación por publicidad, según las últimas cifras de mayo, mientras el incremento de anuncios en las ediciones electrónicas no consigue ni de lejos compensar las pérdidas del papel.

Este panorama ha llevado a no pocos expertos a predecir la muerte o la desaparición de gran parte de los periódicos tal y como hoy los conocemos. Los pésimos resultados, más allá de la crisis, tienen que ver con la necesidad de un cambio de modelo de negocio en las empresas periodísticas, dicen. Y algunos, como el reputado analista Philip Meyer, se han aventurado a pronosticar una fecha de defunción: 2043. Otros hablan tenebrosamente de "los próximos años".

Pero, ¿es tan mala la situación? ¿Quiere decir que los periódicos pasarán a mejor vida? ¿Cuáles están mejor preparados para soportar las embestidas del mercado? ¿Cómo afectarán los cambios en la prensa escrita a la salud democrática de las sociedades?

Si en algo coinciden los expertos es en que no todos los periódicos morirán. Pero también en que todos deberán transformarse para sobrevivir en una era en la que la gente, más que nunca, quiere leer historias, aunque no en los formatos que han dominado la prensa 300 años. Hay que ponerse manos a la obra ante un cambio que, dicen, no tiene por qué ser a peor. Alertan de que saldrán ilesos los periódicos que se adapten antes y mejor a los ritmos y demandas de la Red, los que acometan la mediamorfosis y logren cautivar a los internautas (y, así, a los anunciantes).

"Sí, el periódico de la era industrial agoniza. Pero el que morirá será sólo el de papel como hoy lo conocemos. Dará paso a un nuevo modelo", dice Rosental Alves, profesor de periodismo en la Universidad de Austin (Tejas) y pionero en periodismo digital. Y se explaya en la dramática situación de la prensa en su país de acogida, donde muchas ciudades han perdido el único periódico que tenían. "Lo que se ha roto este año en EE UU es el modelo de negocios. La gente, sin embargo, tiene más apetito informativo que nunca. Nunca los periódicos han llegado a tanta gente como ahora, gracias a Internet". Datos de abril de este año corroboran su tesis. 66,4 millones de personas consultaron los diarios digitales durante el primer cuatrimestre de 2008; un 12,3% más que el año anterior, según la Newspaper Association of America. Es la mayor cifra desde que empezaron a medirse en 2004.

Las rupturas económicas en EE UU tienen la mala costumbre de replicarse en Europa. La semana pasada, la prensa británica vivió en la Bolsa la peor etapa que se recuerda. Después de que Trinity Mirror anunciara que sus beneficios se reducirían un 10% respecto a lo esperado, sus acciones sufrieron una caída del 25%. Las de Johnson Press, el mayor grupo de periódicos regionales, cayeron un 10%. Incluso las de Pearson, propietario del prestigioso Financial Times, se situaron en su nivel más bajo en los últimos 12 meses. "Asistimos a una crisis que afecta a todas las economías desarrolladas. Se trata de una erosión del modelo de negocios que cambiará profundamente, se fragmentará. Hay que olvidarse de los grandes diarios con enormes beneficios". El que habla desde Londres es Andrew Gowers, director hasta 2005 del Financial Times, del que se fue diciendo que los periódicos se habían vuelto tan obsoletos como los discos de vinilo. Gowers, que apenas seis años antes osó sacar un nuevo diario en Alemania -FT Deutschland- justifica su decisión porque en el sector "todo ha cambiado muy rápido".

En esencia, el cambio obedece a los nuevos hábitos y deseos de unos ciudadanos que quieren estar informados, pero que cada vez más prefieren sentarse al ordenador. Y los anunciantes, claro, siguen su senda. Recientes cálculos de Zenith Optimedia indican que el porcentaje de las empresas de publicidad que se dedican a la prensa escrita ha caído un 7,6% en la última década en el mundo. Y pronostican que los anunciantes seguirán cayendo hasta 2010, mientras que en la Red distintos estudios hablan de un crecimiento de dos dígitos. A Internet se han movido también los clasificados (Craiglist ha fagocitado los anuncios de vivienda, empleo...) fundamentales para los ingresos de la prensa estadounidense, aunque no tanto para la europea.

La gran cuestión es si los periódicos en papel aguantarán la caída de su publicidad. Y habrá que ver qué publicaciones serán capaces de atraer el número suficiente de lectores para mantener una edición impresa, una vez descartada la política de suscripciones, inviable en el mundo de la abundancia informativa, y a la que incluso ha renunciado parcialmente ampliando sus contenidos gratuitos The Wall Street Journal, el rey de los periódicos online con más de un millón de suscripciones.

Otro punto en el que coinciden los expertos es en que se va a producir un trasvase de recursos y de periodistas de las ediciones impresas a las digitales, y muchos recomiendan la llamada "integración": plantillas únicas que proporcionen contenidos al margen del soporte. "Si ahora la proporción es de 20 a 1, se trata de dar la vuelta a la tortilla", apunta Mark Potts, reportero y editor en diarios antes de cofundar el WashingtonPost.com. Ahora se dedica a asesorar a las publicaciones mutantes y sienta cátedra desde su blog, Recovering Journalist.

Jeff Jarvis, otro reconocido bloggero, es de los que creen que lo que está pasando es bueno para el periodismo y para la sociedad. "El periodismo en Internet puede ser mejor. Se puede actualizar con más frecuencia, la gente puede participar". Eso sí, alerta del peligro de que los recién llegados a la Red se dejen seducir por la inmediatez de los medidores de audiencias y acaben amarilleando los contenidos.

Esta crisis del modelo de negocios supone una oportunidad para que los periódicos se reorganicen y se vuelvan más eficientes, dice Jarvis, profesor de periodismo interactivo de la Universidad de Nueva York y cuyo blog, Buzzmachine, se ha convertido en un referente para los que se interesan por el futuro de la prensa. Asesora a grandes como The Guardian, la BBC, o The New York Times, y defiende el concepto de ciudadano-periodista, capaz de suplantar a reporteros locales, por ejemplo. "El periodismo ha dejado de ser un club cerrado donde unos cuantos daban lecciones a los demás. Hemos ganado en democracia", sostiene. Y recomienda a los periodistas vigilar de cerca la Red, los blogs, los foros de discusión. "Allí es donde la gente dice qué es lo que le interesa".

Y, como otros expertos, cita el ejemplo del Huffington Post, una suerte de diario digital que arrasa en EE UU, en el que participan bloggeros de toda índole y lectores. Por ahí van los tiros, sostiene. Por ahí y por un nuevo modelo de negocios fragmentado, con múltiples actores informativos, no necesariamente muy grandes, pero que consigan estar presentes en links por toda la Red de manera que los lectores se topen con ellos y acaben dirigiéndose a su página. Las del futuro próximo serán páginas de información en las que los lectores aportarán los contenidos. Si el dramaturgo Arthur Miller definió en 1961 un buen periódico como "una nación hablando consigo misma", los periódicos del futuro generarán una conversación nacional frenética.

Jarvis, como otros, sostiene que la crisis golpeará con mucha más fuerza a las cabeceras regionales. Que los grandes diarios nacionales, junto con las publicaciones hiperlocales, se salvarán. Aún así, para unos y otros recomienda la especialización. Los periódicos ya no pueden pretender cubrir todo. "Los tiempos en los que 15.000 periodistas van a la convención de un partido político en la que no pasa nada, sólo para que el medio pueda decir que ha estado allí, se han terminado. Tienen que centrarse en lo que mejor hacen", dice.

Para Meyer, premio Pulitzer y padre del periodismo de precisión, lo que los periódicos hacen mejor que nadie es descubrir noticias, investigar, mantener a raya al poder político y al económico. "Tienen que dedicarse a crear un diálogo inteligente con ciudadanos y élites políticas. Sólo así rentabilizarán su producto", dice desde Carolina del Norte.

Aún así, reconoce que muchas publicaciones lo van a tener muy crudo y apunta a nuevas tendencias en EE UU, como la de los filántropos dedicados a rescatar empresas informativas. Es el caso de Propublica, fundación dedicada al periodismo de investigación en la Red. Y también el de propietarias de publicaciones como The Christian Science Monitor, o, en Europa, The Guardian.

"El problema es que en España este modelo no triunfará porque no tenemos esa cultura de la filantropía", advierte Juan Varela, consultor de medios de comunicación en varios países y editor del blog Periodistas 21. Considera la situación española preocupante. El éxito de las promociones en los diarios de pago ha permitido ingresos potentes por publicidad en los últimos años, dice, y ha mitigado una tendencia que hacía estragos en el resto del mundo desarrollado.

Pero las vacas flacas ya están aquí. El descenso de la publicidad en la prensa escrita de pago es imparable. "Este año va a ser clave en la crisis; se va a notar mucho el frenazo económico y muchos anunciantes que ahora se retiran, cuando vuelvan se pasarán a las ediciones online". Hace, sin embargo, de la necesidad virtud. "Gracias a los problemas financieros los periódicos van a atreverse a dar el salto al mundo digital. Eso sí, algunos -entre ellos las segundas y terceras cabeceras regionales- se quedarán por el camino", advierte.
Sólo se salva Asia

Mientras bajo el epígrafe RIP la página web newspaperdeathwatch.com da cuenta de las defunciones periodísticas en Estados Unidos, en Asia proliferan las nuevas cabeceras. Es la única región donde el periódico en papel gana adeptos. Al menos, eso es lo que indican las cifras que presentó la World Newspapers Association (WAN) hace dos meses. Para asombro de los alicaídos directores de diarios de medio mundo, el director general de la WAN, Timothy Balding, desveló durante el pasado congreso mundial de periódicos las optimistas estadísticas que hablan de una subida del 2,6% de la circulación en 2007.

China e India, donde se venden 107 millones de ejemplares al día, son los principales responsables de esta subida, mientras en Europa (1,9%) y en Estados Unidos (3%) la circulación sigue bajando. Las cifras muestran el rápido crecimiento de la publicidad en Internet, donde el año pasado subió un 32%.

Lejos de insuflar ánimo, las cifras de la WAN causaron el rechazo en parte de los asistentes al congreso, que acusan a la asociación de irresponsable y de tratar de dar una imagen del estado de la prensa que no concuerda con la realidad. "El exceso de optimismo puede ser dañino", advierte el profesor de periodismo en la Universidad de Texas, Rosental Alves, quien augura a las publicaciones que nacen ahora en China e India una corta vida.

El crecimiento económico de estos países ha creado nuevos lectores, pero muchos de ellos consumen prensa gratuita y no necesariamente de calidad y, por otro lado, la revolución tecnológica pegará fuerte en esos países donde el móvil está a la orden del día, advierte Alves. "Pasarán de leer el periódico en papel a leerlo en el teléfono en muy poco tiempo", vaticina.

domingo, 19 de julio de 2009

Cuando leer las noticias no es aburrido

Blog Conectados (La Nación.com)

El siempre atractivo blog 10000Words.net publicó esta semana un post que refleja cómo algunos medios de comunicación online buscan fórmulas para que los usuarios puedan seguir las noticias y los contenidos informativos a través de presentaciones y visualizaciones fuera de lo común.

De acuerdo a 10000Words la mayoría de los sitios de noticias tienen diseños muy pobres. Sólo en algunas excepciones tienen consideración por los usuarios. El resto atosiga a sus lectores con enormes sábanas de texto plano sin agregar elementos dinámicos o fragmentar la zona de contenidos con la incorporación de otros formatos para facilitar la visualización en pantalla.

Y cita cuatro ejemplos muy ilustrativos de medios que intentan quebrar esa tendencia. Vale la pena compartirlos (y si tienen otros ejemplos, no duden en dejarlos en los comentarios para incorporarlos a este post):


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1. USA Today NewsDeck
Siempre a la vanguardia de los cambios en diseño y usabilidad

2. New York Times: Article Skimmer
Una navegación ágil e interactiva de las noticias.

3. Google News Timeline
Un timeline que funciona como agregador de noticias de diferentes fuentes.

4. DoodleBuzz
Un generador de títulos informativos a través de una herramienta lúdica.

Además, es importante agregar el capítulo local de estos interesantes ejercicios visuales. El año pasado, con su último rediseño, lanacion.com incorporó dos opciones diferentes de entrar a la información:



1. Nube de noticias
Permite hacerse un mapa visual de las noticias más visitadas del sitio, organizar por secciones, frecuencias, etc.

2. lanacion.labs
Genera un entramado dinámico de notas relacionadas a partir del interés de lectura de los usuarios.
# Link: “4 Cool tools for following the news”

sábado, 18 de julio de 2009

Murió una leyenda del periodismo en EE.UU.

La Nación, Buenos Aires



NUEVA YORK.- Walter Cronkite, una leyenda de los noticieros televisivos estadounidenses que fue conocido como "el hombre más confiable de Estados Unidos", murió ayer a los 92 años, informó la cadena CBS, donde trabajó la mayor parte de su carrera.

La vicepresidenta de CBS, Linda Mason, dijo que Cronkite falleció tras padecer una larga enfermedad cerebrovascular, acompañado por sus familiares en su casa de Nueva York.

Cronkite, que informó desde el campo de batalla durante la Segunda Guerra Mundial, se unió a la CBS como corresponsal de televisión en 1950, y presentó el noticiero Evening News entre 1962 y 1981.

Durante ese período cubrió entre otros hechos históricos las noticias sobre las manifestaciones e incidentes de la lucha por los derechos civiles, la guerra de Vietnam, los asesinatos de John F. Kennedy y Martin Luther King, la llegada del hombre a la Luna, el escándalo de Watergate y la crisis de los rehenes de Irán, al final del madato de Jimmy Carter.

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Aún muchos recuerdan la imagen de Cronkite el 22 de noviembre de 1963 cuando se saca los anteojos y mira el reloj tras leer el boletín proveniente de Dallas en el que se informa de la muerte de John F. Kennedy. La CBS interrumpió ese día la transmisión en vivo de una telenovela.

El histórico anuncio de la muerte del presidente Kennedy



Cronkite fue el primer periodista al que se le aplicó el título de anchorman, el término con que actualmente se designa a los presentadores de los noticieros televisivos en Estados Unidos. Cada noche durante 20 años, millones de estadounidenses sintonizaron la televisión a las 19 para escuchar las noticias del día reportadas por Cronkite, cuya voz profunda hizo de su programa uno de los de mayor rating desde 1969 hasta su retiro en 1981.

El porte de Cronkite le valió el apodo de "Tío Walter" y cuando terminaba sus noticieros diciendo "y así son las cosas" ("And that's the way it is"), pocos dudaban de sus palabras. Tal es así, que varias encuestas lo consagraron como el "hombre más confiable de Estados Unidos".

Sus opiniones, también, contribuyeron a moldear la historia. Tras visitar Vietnam, en 1968, presentó un duro editorial en el que declaró que el ejército norteamericano estaba en un callejón sin salida, lo que para muchos marcó un antes y un después en la opinión de los ciudadanos norteamericanos sobre la guerra. Incluso el entonces presidente, Lyndon Johnson, admitió: "Si he perdido a Cronkite, he perdido a la clase media norteamericana".

Tras su retiro en 1981, Cronkite siguió unido de manera informal a la CBS.

Cronkite estuvo casado durante 65 años con Betsy Maxwell, hasta que enviudó en 2005. Tenía tres hijos.

viernes, 17 de julio de 2009

¿Pagar por las noticias en Internet?

El País, Madrid

En el último capítulo del debate sobre pago o no pago por las noticias en Internet, el editor del diario Financial Times, Lionell Barber, ha asegurado que los medios mayoritarios cobrarán por sus contenidos online en menos de un año. Barber ha afirmado este miércoles que construir plataformas donde se cobre por artículo es una de los desafíos más importantes al que se enfrentan los actuales proveedores de noticias.

En un discurso durante un evento en la Academia Británica, Barber ha señalado que la forma en la que funcionará este modelo de pago está todavía en el aire."Pero predigo que durante los próximos 12 meses la mayor parte de las organizaciones de noticias estarán cobrando por sus contenidos".
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Las ideas de Barber coinciden con las del magnate de los medios Rupert Murdoch, quien aseguró en mayo de este año que planeaba extender el modelo de pago del Wall Street Journal al resto de diarios de su emporio empresarial. El Financial Times tiene un sistema de suscripción en el cual se accede gratuitamente a un número limitado de artículos, mientras que el resto permanecen bajo pago. La web del periódico tiene unos 1,3 millones de usuarios registrados en todo el mundo, y unos 110.000 suscriptores.

"Los periódicos especializados como el nuestro corren con ventaja, ya que nuestras noticias muchas veces no se encuentran en otros medios. Tienes que ser distinto, diferenciarte de los demás", ha asegurado Barber, quien considera que Internet ofrece más una oportunidad que una amenaza. "Mucha gente cree que Internet está acabando con el periodismo pero yo lo veo como una oportunidad para hacer las cosas mejor".

El 'New York Times' estudia cobrar por su contenido en Internet

Barber se ha referido también en su discurso al New York Times, que según el editor estudia un modelo de pago para su contenido online. Según un artículo del diario inglés The Guardian, el periódico estadounidense considera un modelo de pago mensual, que podría ponerse en marcha "en cuestión de semanas". Después de haber realizado un estudio entre sus lectores sobre cuánto estarían dispuestos a pagar por el contenido, el rotativo norteamericano podría cobrar hasta 60 dólares (poco más de 40 euros) al año por el acceso a la edición web.

En 2007 el New York Times comenzó a cobrar por el acceso al archivo y las columnas de opinión. A pesar de atraer a unos 200.000 suscriptores los números no cuadraron y se volvió al modelo gratuito. Pero ahora la situación es distinta, y según Barber el pago es clave en estos momentos de menores ingresos por publicidad. "Estamos viendo un crecimiento constante y sostenido de nuestras ganancias gracias al modelo de cobro por contenido de calidad y de nicho, algo crucial en estos momentos de menor ganancia publicitaria", ha afirmado el editor del Financial Times.

jueves, 16 de julio de 2009

Cuando los diarios no temen a la autocrítica

Diario sobre diarios

Un diario español publicó una nota sustentada en una sola fuente. La Defensora del Lector publicó un extenso texto rectificando la información y dando cuenta a los lectores del error en que se había incurrido al editar tal material. Mientras, en Argentina los diarios no tienen miramientos a la hora de editar títulos principales basados también en una o dos fuentes, con un agravante: varias veces son anónimas.[+/-]
Una vez más, un diario extranjero brindó argumentos para que los lectores de prensa argentina se retuerzan de envidia. Fue el diario español El País, del Grupo Prisa, el protagonista de la historia. Su Defensora del Lector, Milagros Pérez Oliva, rectificó una nota que una periodista del diario había publicado basándose en una sola fuente.

Lo que ocurre en el exterior parece no llegar nunca hacia nuestras costas. Fueron conocidas –y hasta difundidas por la prensa de nuestro país- las constantes autocríticas públicas de los diarios de Estados Unidos por distintos casos de desinformación (desde la difusión de la existencia de armas de destrucción masivas en manos de Saddam Hussein, hasta notas inventadas por sus reporteros). El País, por su parte, suele mostrar algunos mecanismos que le permiten transparentar de cara a su público los errores cometidos o diversas rectificaciones sobre datos u opiniones vertidas en sus páginas.

Algo muy distinto a lo que ocurre en nuestro país. Algunos recuadritos con “Fe de erratas” (en general referidos a confusiones menores), notas en donde se analiza la etimología de algunas palabras utilizadas por los periodistas y observaciones superficiales, es todo lo que se permiten los diarios porteños para exponer ante sus lectores.

Una recordada intervención del Defensor del Lector de El País, se conoció después de los atentados en Atocha, en la capital española. Allí, quien ocupaba ese cargo, Malén Aznarez, hizo una dura crítica al periódico por haber afirmado en su título principal que el ataque había sido obra del grupo separatista vasco ETA. Hizo la objeción pese a que el director del matutino le señaló que la fuente había sido el propio presidente, José María Aznar.

Otro ejemplo de apertura y pluralismo que mostró El País fue en 2007. Al cumplirse 40 años de la muerte de Ernesto “Che” Guevara, el matutino publicó un editorial con fuertes críticas al guerrillero latinoamericano. Los periodistas del diario consideraron excesivas esas calificaciones y escribieron un texto manifestando su disgusto por el editorial. La nota, firmada por los profesionales del diario fue publicada en las páginas, consignando que esa metodología consta en el estatuto que rige a la empresa periodística.

Diario sobre Diarios (DsD) ya publicó algunas notas en esta sección relacionadas con estos temas. En relación a la figura del defensor del lector, se editaron aquí tres trabajos: uno titulado “Los diarios argentinos violan los derechos de sus lectores”, otro recordando a Abel González, el ombudsman que tuvo el diario Perfil en su primera etapa (cuando era diario, en 1998) y otro con el análisis del desempeño de Nelson Castro como defensor en el Perfil dominical.

En referencia a publicar notas con la consulta de una sola fuente, no se publicaron estudios al respecto aquí, ya que el panorama en nuestro país es mucho peor: se editan títulos principales de los diarios con fuentes anónimas. Es decir, no ya una, dos o tres fuentes, sino ninguna (al menos identificable). En este sentido se puede leer una consulta que DsD hizo a editores de los diarios sobre esta práctica. Sobre la falta de autocrítica, se publicaron dos notas, una referida a la actitud de los medios durante la última dictadura militar y otra sobre la cobertura de los matutinos porteños de la guerra de Malvinas.

En este marco, uno de los objetivos de la actual Zona Dura es reflexionar sobre todos estos temas y resaltar la importancia de que existan profesionales en los diarios que revisen permanentemente y en forma pública los contenidos que se editan.

Para los editores que aún hoy consideran que tener un defensor del lector es puro “marketing”, para aquellos lectores que quieran tener una idea de cómo funcionan estas instancias de control de contenidos y para los periodistas amantes del secreto sobre sus prácticas, lo ocurrido en El País es, sin dudas, una enseñanza.


La nota de la polémica

“La muerte digna de una vida digna” apareció el domingo 7 de junio, en la revista dominical del diario español El País. La periodista Rocío García, que firmó la nota, presentó la historia de los últimos días de vida del ex diputado español Miguel Núñez. De su carrera política remarcó su lucha contra la dictadura de Francisco Franco. También destacó y valoró su última decisión: “eligió día y hora para poner final a su vida” delante de una cámara. A partir de ese momento dedicó extensos tramos de su texto a realzar el valor de la eutanasia y cargó contra “la hipocresía” de la sociedad española que, según la autora, rechaza este método.

La nota relató que Núñez, enfermo de silicosis, “decidió no morir en Madrid porque tenía miedo de que le afectaran los coletazos del caso Leganés, en el que el doctor Montes y su equipo de anestesistas del hospital Severo Ochoa fueron acusados de sedación irregular a enfermos terminales”. Por eso, explicó la autora, viajó a Barcelona, porque “deseaba morir dignamente”.

La crónica se apoyó en las declaraciones de “uno de los testigos de aquella muerte dulce”, el director de documentales, Albert Solé, quien constituyó la única fuente de Rocío García, una periodista que se especializa en la sección Cultura del diario. Según dijo en la nota, Solé se encontraba desarrollando el documental Al final de la ecapada con el lente de la cámara puesto sobre los últimos días de Núñez: “Fue un pacto implícito, nunca lo verbalizaron, pero los dos sabían que ‘eso’ era reflejar la muerte digna de una vida digna”.

Miguel Núñez murió el 12 de noviembre a los 88 años. En su artículo, Rocío García afirmó que “desde la víspera ya sabían que aquel (día) iba a ser el definitivo”. Añadió que junto a su lecho lo acompañaban su mujer Elena, su hija Estrella y el documentalista Solé, con su cámara. Citó al realizador que asegura que a los familiares “les expliqué que si habíamos llegado hasta allí en el rodaje teníamos que continuar. Ellas, con mucho coraje, accedieron”. A continuación la crónica entró en un terreno espinoso y dejó entrever que a Núñez le aplicaron la eutanasia: “Entraron unos enfermeros e inyectaron en una vía abierta en el hombro de Miguel el líquido que le induciría a la muerte”.

La periodista advirtió que “el documental no se recrea en los momentos finales”, pero da a entender que el político falleció gracias a la intervención de los enfermeros. Nuevamente reprodujo las declaraciones de Solé, único sostén de la historia, que señaló que el ex diputado “ha muerto cuando ha querido, y, cómo el dice en la película, es el último derecho que nos queda”.

Los últimos párrafos tuvieron dos ejes. Primero, hizo un repaso por “la historia” de Miguel Núñez; su lucha durante la Guerra Civil, la clandestinidad, la cárcel y las torturas. Después, realizó una breve descripción del documental que filmó Solé con base en la agonía del ex diputado.

A partir de las declaraciones del cineasta anuncia el estreno de Al final de la escapada para el otoño. A lo largo de toda la nota las declaraciones del Solé se repiten y son llamativas por su extensión y porque es el único testimonio que recogió la periodista.


La respuesta de la defensora

“La eutanasia filmada que nunca existió” se publicó en la misma revista dos semanas después. El descargo de la defensora del lector, Milagros Pérez Oliva, advierte desde el copete que “la viuda de Miguel Núñez rechaza la versión que se ha dado sobre la muerte del ex diputado” y remarca que “el reportaje de EL PAÍS se basó en un único testimonio”.

Desde la cuarta línea aseveró que “ni eligió día y hora, ni murió delante de una cámara”. Luego añade que “del reportaje se deduce que se le inyectó una sustancia que le causó la muerte y que la cámara estaba allí cuando eso ocurrió”, aunque acepta que eso hubiera estado en línea con el pensamiento del ex diputado que avalaba la despenalización de la eutanasia.

¿Cómo se enteró el diario del error? El jueves 18 –once días después de la nota- un íntimo amigo de Núñez, el urbanista Jordi Borja escribió a la ombudsman de El País para señalarle que la nota tenía “datos sorprendentes e inexactos”. Alertó que el artículo “prácticamente expone” que se le practicó eutanasia activa frente a sus familiares, y que eso “sería un delito que afectaría a estas personas y al personal de la residencia”.

El viernes 19, la viuda Elena García, llamó a la Defensora y le informó que un día después de publicada la historia, junto a su hija Estrella habían enviado al diario su derecho a réplica. Sin embargo, habían pasado once días y el periódico no había publicado la rectificación.

Pérez Oliva tomó cartas en el asunto y reprodujo las correcciones. La mujer de Núñez negó que una cámara haya filmado la muerte y, menos aún, que los enfermeros le hayan practicado la eutanasia. De hecho, aclaró que su marido no fue a Barcelona para que le apliquen ese método, sino que allí quería morir y allí había donado su cuerpo para la ciencia. Detalló que los enfermeros le aplicaban diariamente morfina, como parte del programa PADES, el servicio de cuidados paliativos del Servicio Catalán de la Salud y que “la imagen de los enfermeros corresponde a una de esas inyecciones. Ni siquiera es la última”.

Retomó la voz la Defensora que explicó que el título “La muerte digna de una vida digna” fue por cuenta del editor de la revista “que lo dedujo del texto”. Y añadió que la viuda no guarda rencor a la periodista, pero lamenta que no la haya consultado.

Frente al malentendido, la Defensora consultó a Rocío García, la periodista que firmó la nota, quien argumentó que “tanto las afirmaciones que pone en boca de Albert Solé como la explicación de los hechos que ella asumió como ciertos fueron objeto de grabación”. La Defensora del lector también habló con el documentalista que “asegura no recordar exactamente los términos en que se expresó en la entrevista” y que “se muestra conciliador con la viuda”.

Para Pérez Oliva, “la verdad es que lo que aparece en el documental es una inyección de morfina; que las imágenes de la muerte son del último día, pero no de la agonía, pues están grabadas por la mañana y Miguel Núñez murió por la tarde; que el enfermo llevaba varios días prácticamente inconsciente y, por lo tanto, no pudo fijar ni el día ni la hora de su muerte; y que no murió porque le inyectaran ninguna sustancia letal, sino en el curso de un protocolo de sedación del programa PADES. Como mueren miles de pacientes en Cataluña y en el resto de España”.

La Defensora incluyó en su nota varios testimonios para la rectificación. Su conclusión fue clara:

“El caso pone de manifiesto que una sola fuente no es suficiente, y menos tratándose de un tema tan delicado. La delgada línea que a veces separa realidad y ficción en el cine, puede haber viciado en este caso el único testimonio en que se basa el reportaje. Un documental no deja de ser en cierta medida una ficción. Este tipo de cine se basa en la realidad, pero admite licencias que el periodismo no se puede permitir. Si en una secuencia aparecen unos enfermeros que inyectan algo al paciente y la siguiente muestra a unos celadores retirando el cadáver, es fácil deducir una relación de causa efecto y hasta resulta poético. La elipsis es un buen recurso cinematográfico. El relato funciona. Pero en periodismo, el relato, para ser veraz, tiene que corresponderse exactamente con la realidad. No caben elipsis. O es o no es”.


A modo de conclusión

Una reflexión para lectores de diarios y periodistas. Todo esta polémica pública que aquí se comentó ocurrió porque una nota de información general (esto es, no publicada en las secciones calientes, sensibles a las presiones políticas o económicas), editada en un suplemento del matutino, se apoyó en una sola fuente, a la que identificó.

Como se dijo antes, la problemática en nuestro país es más profunda. Aquí se editan títulos principales de los diarios también con una sola fuente, con el agravante de que muchas veces ese informante es anónimo.

La prensa española suele ser criticada porque sus matutinos se encolumnan políticamente entre socialistas y populares, tal la división partidaria de ese país. Así, El País suele ser el representante mediático del PSOE (aunque con una cantidad de matices que harían tambalear esa afirmación) y El Mundo es quien traslada las posiciones del PP (con la misma salvedad, nunca de manera lineal).

Sin embargo, y pese a la excesiva “partidización” del periodismo, ambos matutinos tienen mecanismos de control y transparencia hacia sus lectores. Y lo aprendieron hace tiempo.

Con una sola fuente, no va.